Un día terminás la primaria y acontece una nueva etapa en tu vida. Comienza tu adolescencia, conocés nuevos amigos, van apareciendo las responsabilidades y el propio existir te muestra sus otras facetas. Y así pasa la vida, hasta que en algún momento le dedicás un momento a la nostalgia y surge la sensación de que fue ayer que la escuela era tu rutina, cuando en realidad pasaron 33 años. Tal es la historia de la promoción 1985 de la “Tomás Jofré”, la escuela del barrio 960 Viviendas, el Santa Rita de Casia. Hace unos días, 22 de los chicos y chicas que asistían a la institución se reencontraron luego de un “trabajo hormiga” que comenzó con el hallazgo de una foto y prosperó gracias a las redes sociales.
“La mayoría seguimos viviendo en Villa Mercedes, pero no nos veíamos seguido o no nos vimos más”, comentó Alejandra García, una trabajadora de la Municipalidad, a la que un compañero solía encontrarla seguido en diversos actos protocolares, “pero es claro que no te reconoce”, le había dicho a ese hombre su esposa, “lo que después del reencuentro se ha convertido en una de las nuevas anécdotas del grupo”, comentó Alejandra, ente alegría y emoción.
María Rosa, otra de las chicas del ’85, sintetizó el reencuentro como “una alegría inmensa, muy emotiva, con la pena de que dos amigos ya no están entre nosotros, Diego Ferreyra y Adrián Vega, pero la dicha enorme de volver a reunirnos”. Y es que una foto ochentosa hallada por uno y compartida por otro dio pie a búsquedas en Facebook, armándose retazos de la vida de éste y de aquél, hasta que 22 personas terminaron coincidiendo en una propuesta tácita: una reunión. Y esta se llevó a cabo en un asado de camaradería en el que se evocó a esos compañeros ausentes, pero se celebró la inolvidable amistad de la primaria, de cuando la escuela significaba el segundo hogar.
Y esa reunión, tras una pausa de 33 años, hasta tuvo su bendición exclusiva en la persona de uno de los compañeros, que se fue de Villa Mercedes a los 16 años y volvió convertido en un sacerdote, Marcelo Mora: “Para mí es una alegría enorme haberme reencontrado con mis compañeros, es algo fantástico pues revivimos muchos recuerdos, todos buenos, pues los desencuentros que pudieron existir quedaron de lado”. Si hasta el terrible y molesto del grado, Carlos Nava hijo, arbitro, conserje y transportista, se reconoce como tal “porque sigo siendo así, pero disfrutando en esta etapa de la vida de un montón de recuerdos, con la incomparable experiencia de compartir un asado todos juntos”.
¿Puede acaso un abrazo desvanecer el tiempo? ¿O un brindis revivir el pasado? Quizá sí, o tal vez no. Lo cierto es que 22 amigos de la infancia pudieron coincidir en una reunión para llorar de emoción y reír de felicidad. Un instante invaluable que seguramente ha pasado a ser un nuevo tesoro personal y que promete repetirse en cualquier momento.
Una alegría al alma.. Bellos todos..cariños
Gracias por la Nota. Una de las noches mas memorable para todos de nuestra promo 85.